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Confluye pone en marcha el primer pisocompartido en Madrid gestionado por personas con parálisis cerebral

Este proyecto se desarrolla a partir de reclamaciones de personas con discapacidad, que quieren elegir dónde y con quién vivir. En septiembre arrancará una segunda vivienda.

La asociación Confluye ha puesto en marcha el primer piso compartido gestionado íntegramente por personas con parálisis cerebral en la comunidad de Madrid. En la vivienda, situada en la zona del Cristo de Rivas, residen tres personas con parálisis cerebral que reciben apoyos profesionales por parte de la asociación. Para nuestra organización este es un logro importante, puesto que configura un paso más en la adquisición de autonomía para el colectivo de personas con discapacidad. Además, en septiembre se habilitará un segundo piso, en este caso conformado por tres mujeres con parálisis cerebral y limitaciones motoras.


El proyecto de viviendas compartidas se lleva fraguando cerca de un año. En 2024, pocos meses después de que naciera la asociación, un grupo de vida independiente (el grupo ‘motor’ que puso en marcha Confluye) comenzaron a reunirse cada semana, durante los jueves y los viernes alternos, con la intención de conocer a personas en su misma situación que supusieran un apoyo mutuo. De este modo, comenzaron a compartir ideas sobre maneras de aumentar su autonomía y, al mismo tiempo, fueron generando vínculos y afinidades que pudieran, en un futuro, fructificar en otros proyectos colaborativos. En este grupo se conocieron las tres personas que decidieron vivir juntas y comparten piso de alquiler desde el día 1 de junio. Desde Confluye se ha ofrecido soporte para la organización del espacio, la gestión de la mudanza y el establecimiento de acuerdos y compromisos. Por su parte, el grupo de convivientes ha seleccionado, a través de entrevistas, a las y los profesionales de apoyo que contratará la asociación para supervisar el funcionamiento óptimo de la vivienda.


Es importante señalar que el proyecto de pisos compartidos se aleja radicalmente de los conocidos pisos tutelados. La iniciativa de Confluye está creada para que las propias personas convivientes sean las titulares del alquiler y del proyecto, elijan a sus compañeros y compañeras y puedan autogestionar, con los apoyos convenientes, la convivencia y las tareas del hogar. Deciden su menú, sus planes de ocio y sus actividades individuales y comunes con la máxima libertad posible, puesto que se trata de acercarse lo máximo posible a una convivencia normalizada como la del resto de jóvenes, de tener un papel más activo en la sociedad y de disfrutar de los derechos en plenitud. En definitiva, se trata de vencer las barreras sociales que limitan las posibilidades de las personas con discapacidad y de otorgar reconocimiento y valor a sus diferentes posibilidades de vida. Este enfoque de derechos se aleja de la visión de los servicios residenciales, donde se presta casi exclusivamente una atención a las necesidades básicas de tipo asistencial, dejando a un lado todos los demás aspectos que permiten el desarrollo de una vida digna, sostenible y de promoción de la emancipación en plenitud.


Según un estudio desarrollado recientemente por Pwc, apenas el 20% de las personas con discapacidad intelectual viven de forma independiente en el territorio español; un 68% viven en el hogar familiar y un 10%, en viviendas institucionales. Sin embargo, en este mismo estudio se refleja que más del 45% de las personas encuestadas manifestaban que les gustaría independizarse y vivir en un espacio no institucional y que no lo hace por motivos personales, económicos o familiares, destacando además la escasez de recursos o la falta de apoyo para realizar actividades de la vida diaria de forma independiente.


En este contexto, se vuelve imprescindible el desarrollo de iniciativas que promuevan la emancipación de un colectivo que ronda el 7% de la población española. Y es que las personas con discapacidad ven limitadas sus opciones de vida a raíz de unas necesidades de apoyo mal atendidas cuando llegan a la vida adulta. La infantilización, el paternalismo y el asistencialismo suelen acompañarles durante todo su desarrollo vital, pese a que no lo decidan. Esto sucede por parte de la familia y de la sociedad en general, peo también por parte de la administración. La Ley de Dependencia aprobada en 2006 se enfoca en paliar las necesidades asistenciales básicas, pero descuida algunos derechos fundamentales, como el derecho al trabajo, a la vivienda o a la participación social efectiva.


En la Comunidad de Madrid existen algunos servicios de fomento de la autonomía para las personas con diversidad, como la Oficina de Vida Independiente (OVI) y el Servicio de Transición a la Vida Independiente. A priori, algunas personas con parálisis cerebral y discapacidad intelectual podrían beneficiarse de alguno de estos recursos siempre que estén en búsqueda activa de empleo, trabajen o estén en formación para el empleo. Sin embargo, las horas de asistencia personal son muy limitadas y la administración tiende a concederlas a personas con más autonomía y quienes tienen menos dificultades físicas, por lo que deja un vacío considerable a quienes cuentan con una discapacidad más grave.


Además, la Red de Atención a Personas Adultas con Discapacidad de la Comunidad de Madrid define vivienda comunitaria de la siguiente manera: “Son pisos tutelados dirigidos a personas adultas con discapacidad intelectual ligera y alto nivel de gestión personal (…)”. Estos parámetros no contemplan un elevado número de situaciones, como las de las personas con parálisis cerebral, colectivo que generalmente tiene una gran autonomía intelectual y relacional y, al mismo tiempo, necesidades de apoyo por sus limitaciones físicas. Algunas personas son totalmente independientes en actividades diarias como la alimentación y el aseo, mientras otras se desplazan en silla ruedas (eléctrica o manual) y/o necesitan apoyos para este tipo de acciones cotidianas. Sin embargo, la mayor parte de las 120.000 personas que tienen parálisis cerebral en España no viven de forma independiente y quienes sí lo hacen, habitan en residencias especializadas desde que son jóvenes, un entorno que no siempre han elegido y donde sus posibilidades de crecimiento personal se limitan.


Situación económica, empleo y soluciones habitacionales son para Confluye vasos comunicantes en la promoción de la autonomía. A nivel estatal, el informe Olivenza de 2024, elaborado por el observatorio Estatal de la Discapacidad, detalla con precisión la situación de la discapacidad en España. El documento refleja que las personas con discapacidad soportan un riesgo de pobreza y exclusión mucho más elevado que aquellas que no tienen discapacidad. En el año 2023, el 31% de las personas con discapacidad estaba en riesgo de pobreza y/o exclusión mientras que para las personas sin discapacidad la cifra era de 22,7%. Respecto a las personas en situación de tenencia de vivienda en precario (cedida, ocupada o realquilada), desde el Observatorio Respecto a las personas en situación de tenencia de vivienda en precario (cedida, ocupada o realquilada), la cifra es un 71% más elevado para personas con discapacidad.


Por todo ello, el proyecto de pisos compartidos de Confluye impulsa la vida autónoma e independiente como una necesidad básica de cualquier persona, sin que pueda verse condicionada a las limitaciones físicas o intelectuales. El acceso a la vivienda, siguiendo el modelo Housing First (La vivienda primero) es para Confluye una vía emancipadora que conecta también con otras actuaciones específicas de fomento del empleo y de la participación social. Se trata de llevar a cabo un proyecto de vida y de desarrollo personal a largo plazo, logrando un acercamiento cada vez más efectivo a la igualdad real de oportunidades.


Esmeralda R. Vaquero, periodista.

 
 
 

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